Aprendemos de cine conversando con sus creadores

La vida eterna de Luis Ospina

LA VIDA ETERNA DE LUIS OSPINA

(Memoria gráfica de una cinefilia según Eduardo Carvajal).

Texto escrito por Sandro Romero Rey, a propósito de la exposición del fotógrafo Eduardo «La rata Carvajal» dedicada al cineasta Luis Ospina. Fotografías originales proporcionadas por este reconocido fotofjia del cine colombiano.
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Por Sandro Romero Rey

La primera sesión de fotografía en la que el realizador caleño Luis Ospina (1949-2019) sirvió como modelo para la cámara de Eduardo Carvajal, fue dándole la espalda a un afiche de la película Sunset Boulevard de Billy Wilder.
 

En dicho melodrama fatal, la actriz Gloria Swanson representaba a una vieja estrella del cine mudo llamada Norma Desmond. Treinta años después, Ospina escribiría una columna semanal de trivia del mundo secreto de las pantallas, donde reinventó el personaje para contar historias y lanzar palabras al viento. 

La columna duró un año y, al mismo tiempo, el seudónimo de Norma Desmond le sirvió a Luis para editar películas en las que no se sentía muy a gusto. Ospina terminaría posando, con elegantes trajes femeninos, para la artista Karen Lamassonne, asegurando que dichas imágenes representaban a la misteriosa señora Desmond, la que escribió durante un año para el dominical del desaparecido diario El Pueblo de Cali.

Eduardo Carvajal (conocido por amigos y enemigos con el alias de “La Rata”) siempre ha tenido habilidades premonitorias. Sin quererlo, sus fotos juveniles con el afiche de Sunset Boulevard son el primer atisbo de sus virtudes. Pero, de allí en adelante, sus lentes estuvieron siempre atentos a los movimientos creativos que apuntaban a la inmortalidad. Allí estaban, a no dudarlo, las intensas invenciones de Ospina. Eduardo estuvo con él, durante la filmación del documental Cali: de película (1973). Lo acompañó como actor y camarógrafo en el ya clásico divertimento titulado Agarrando pueblo (1978). Lo mismo sucedió con la imagen estática, en color y blanco y negro, de Pura sangre (1982), la opera prima del vampirismo tropical. A lo largo de los años, los amigos del cine caleño aprendimos un método de trabajo donde combinamos la creación con la diversión, el rigor con la dicha, la pasión con los excesos. Eduardo Carvajal ha sido un maestro de las travesuras y, al mismo tiempo, con una capacidad casi sobrenatural para pasar desapercibido, ha sabido colarse en los rodajes y dejar el registro de la fascinante y misteriosa vida de las filmaciones. Él, junto a Andrés Caicedo, Carlos Mayolo, Ramiro Arbeláez, Patricia Restrepo, María y Elsa Vásquez, solo por citar los que iniciaron la gesta, consolidaron una actitud y una ética para la “invención” de un cine generacional. Los que siguieron, heredaron ese entusiasmo desbordado por darlo todo para capturar la realidad en imágenes que apuntan a la eternidad. El héroe secreto de toda esta saga siempre fue, desde la penumbra de su inteligencia, el director Luis Ospina.

Eduardo Carvajal trabajó como un desquiciado, cuando supo que su amigo estaba muy enfermo. En carrera contra el destino, corrió para tenerle lista toda una colección digitalizada de las imágenes de su vida como creador cinematográfico. Pero no alcanzó. Al mediodía del viernes 27 de septiembre de 2019 en Bogotá, Luis Alfonso Ospina Garcés exhaló su último soplo de vida. Hoy, recuperándose de la tristeza, Eduardo Carvajal expone la colección de fotografías que iba a regalarle a los ojos de su amigo y que ahora pertenecen a los mudos testigos de una exposición incomparable. Encontrarán aquí un pedazo irrepetible de la historia del cine colombiano, encarnado en la figura hermosa y lívida del creador de Todo comenzó por el fin (2015).

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